lunes, 20 de julio de 2009

Proyeto Final El Cuento: La Llorona Española

La Llorona

(Este cuento es un nuevo versión del cuento folclore mexicano, “La Llorona.” Aunque este cuento es muy mexicano en sus orígenes, muchos países latinoamericanos lo han adaptado y ahora he hecho un nuevo giro en este viejo cuento que mi tía me dijo cuando era niña.)

La época: El presente. El escenario: Toledo, España.

Había una mujer española, guapísima y misteriosa, se llamó Sonia. Ella era una verdadera toledana que vivió en el barrio Santa Bárbara en el otro lado del Puente de Alcántara.





Ella vivió en casa con sus padres, sus hermanos, y su abuela. Porque ellos eran pobres, y con la crisis económica que estaba hecho la situación peor, la familia era toda que ellos tuvieron.



Sonia era una hija obediente y fiel, con ojos oscuros y cautivadores que podría captura todo que los miró. Cuando Sonia alcanzó a la propia edad, su abuela le dijo:

“Nieta, ve al centro de la ciudad, es el martes y el Mercadillo está pasando afuera de la muralla. Ve y compra alguna ropa para mi y tus hermanos. También, sube hasta el centro, pasa la Plaza de Zocodover y camina por la Calle de Tornerias. Aquí vas a encontrar una frutería y también una pescadería. Compra algunos peses para nuestra paella esta noche. Pero fíjate bien, no mires a nadie en los ojos directamente. Y no hables con ningunos hombres.”

Sonia empezó en su viaje, cruzó el Puente de Alcántara y miró al agua del Río Tajo. ¡Cómo ella le encanta este río! Desde era una niña, ella le gustaba caminar por el río y tiró las pierdas en el agua.



Cuando ella llegó al Mercadillo, ella encontró mucha gente, mas gente que ella ha visto en tu vida. Había las personas comprando, otras vendiendo, otros hablando. Era un nuevo mundo afuera de su pequeño barrio. Ella hizo todo como las instrucciones de su abuela y cuando ella había terminado con el Mercadillo, ella empezó a cruzar el paso de peatones para pasar por la Puerta de Bisagra.

Sonia empezó a caminar y en un momento un coche, un coche rojo y chulo de modelo Peugeot, casi la golpeó a ella. ¡Que malo! Sonia no podía mover, paralizado por el miedo. El coche paró y cuando la puerta del coche abrió, un hombre guapo y español salió del coche. El hombre, se llamó Javier, era suave y moreno con pelo liso y café, largo en el fondo y corto en frente. Cualquiera persona puede ver que el era de Madrid, un hombre rico y moderno con los pantalones blancos de lino y una camiseta de la tienda popular, Zara.



“Perdóname chica, no la he visto. ¿Estas bien?” el dijo a ella. A este momento ella miró en los ojos de el y instantáneamente ella cayó en el amor con su buena apariencia robusta y su estilo de gran ciudad. Ella respondió, “No pasa nada,” aturdido con una mirada en sus ojos. También, Javier no podía dejar mirando en los ojos de Sonia, algo misterio y oscuro y un poco asustadizo lo capturó.



En pocos meses la pareja casó en una boda bonitísima y católica en la Iglesia de Santos Justo y Pastor. En los años después ellos tuvieron tres hijos y una familia típica española, todos los almuerzos ellos comían en casa y echaban la siesta juntos.



Un día, sin aviso, Javier salió a la casa a Madrid, dejando su marida y sus hijos solos. Sonia era torturada con tristeza y el dolor de amor perdido. Cada noche ella lloraba por su marido perdido cuando todos sus hijos estaban durmiendo.Por todos sus días Sonia llevaba su ropa negra, como el costumbre de luto por su marido perdido.

Una tarde, ella y sus tres hijos estaban caminando por el río cuando, con un sentido malo, Sonia miró arriba a la calle. Ella vio lo mismo coche rojo de su marido, Javier, lo mismo modelo, y lo mismo hombre estaba conduciéndolo! Pero, en el otro sillón estuvo una mujer diferente, moderna, más joven y guapa.

En un ataque de ira, completamente cegada por el amor amargo, Sonia tomó las manos de sus tres hijos y, sin pensando, tiró sus hijos en el río. Sus hijos nunca aprendían a nadar y con la fuerte corriente del agua, ellos se perdieron rápidamente por el río y se ahogaron.



Cuando Sonia se dio cuenta de lo que había sucedido, ella fue superar el dolor por su perdida de los niños. Ella subió el acantilado que tiene la vista de todo de Toledo, ella saltó directamente en el río en suicidio, el resultado de su culpabilidad.



La leyenda dice que el espirito de la mujer recorre el Rió Tajo durante las noches, buscando por sus niños. Tu puedes reconocer que es ella porque puedes oír sus gritas “¿Donde están mis hijos? ¿Dónde están mis hiiiiiiijoooooooss?”

Es vital que los niños de la ciudad de Toledo no salen por la noche cerca del río, porque si hacen, la Llorona se llevarán como sus propios niños. A veces, cuando oyes el viento en la ciudad de Toledo puedes oir las gritas de la Llorona.
Todavía nadie sabe… ¿su espíritu nunca estará en reposo y paz? ¿Ella nunca se encontrará sus hijos perdidos?



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